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Representaciones bíblicas del bautismo en el Antiguo Testamento y su…
Representaciones bíblicas del bautismo en el Antiguo Testamento y su lectura patrística como prefiguraciones del sacramento cristiano.
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Capítulo VII – Las figuras del bautismo: El agua y el Espíritu (Naamán, la piscina, etc.)
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La unción con el santo óleo expresa la participación del cristiano en el “buen olor de Cristo” (2 Cor 2,15).
Según Cirilo de Jerusalén, el bautizado es ungido para percibir espiritualmente el perfume de Cristo y reflejarlo en su vida.
Este perfume simboliza la presencia invisible del Espíritu Santo, que purifica, consagra y comunica la vida divina.
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El óleo sagrado representa a Cristo como fuente de los perfumes divinos, que derrama su gracia sobre las almas según su capacidad de recibirla.
Solo los iniciados, es decir, los bautizados, pueden recibir esta unción.
El bautismo da la capacidad de percibir el perfume divino; la confirmación pone en acción las energías espirituales infundidas en el bautismo.
Por tanto, la Confirmación perfecciona y actualiza la vida nueva iniciada en el Bautismo.
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Gregorio de Nisa compara el perfume con la presencia de Dios que permanece en el alma; no es la esencia divina misma, sino su huella.
La vida de gracia y las virtudes son descritas como el perfume derramado en el alma, manifestación sensible de la presencia divina.
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En la liturgia, la consagración de los santos óleos se reserva al pontífice y se cubre con símbolos serafines, imagen del misterio y la jerarquía divina.
La Iglesia refleja esta jerarquía: las almas más puras reciben más intensamente el “perfume” del Espíritu.
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