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El Horizonte Medio del área andina Tiahuanaco (Según Solórzano)
Reorganización y expansión de Tiahuanaco
La arquitectura monumental, como la Pirámide de Akapana, el Templo de Kalasasaya y la Puerta del Sol, junto con una iconografía religiosa compleja, refleja la centralización del poder y el papel de la religión como eje de integración política y cultural.
Este nuevo modelo urbano y ceremonial sirvió para reorganizar el espacio social y facilitar la expansión del control político y económico hacia otras regiones del altiplano, mediante colonización, alianzas e intercambio ritual y agrícola.
Solórzano indica que Tiahuanaco, durante el Horizonte Medio, pasó de ser un centro ceremonial a un Estado con organización urbana, arquitectura monumental y funciones administrativas.
La expansión de Tiahuanaco
Según Solórzano, la expansión no se basó en la conquista militar directa, sino en un sistema de interacción ideológica y económica que integraba a otras comunidades por medio de la religión, los símbolos estatales y la redistribución de bienes.
Se desarrolló un modelo de “colonización vertical” donde los pobladores se establecían en diferentes pisos ecológicos para explotar sus recursos y mantener vínculos con el centro, fortaleciendo así el poder del Estado tiahuanacota.
Tiahuanaco expandió su influencia por medio de enclaves coloniales y redes de intercambio, especialmente en áreas ecológicamente distintas, lo que garantizaba el acceso a productos complementarios como maíz, algodón, coca y pescado.
El colapso de Tiahuanaco (1000 d. C.)
La desintegración del sistema central provocó el fin de la hegemonía ideológica y política del Estado tiahuanacota, y sus enclaves regionales quedaron desconectados, lo que generó una fragmentación cultural y territorial en los Andes meridionales.
Alrededor del año 1000 d. C., Tiahuanaco sufrió un colapso abrupto caracterizado por el abandono de sus principales centros urbanos, probablemente posiblemente por problemas climáticos severos como sequías prolongadas que arruinaron la producción agrícola.
Solórzano explica que esa fue la caída del primer gran Estado altiplánico del área andina, y su desaparición abrió paso a un período de reconfiguración regional.
Huari, en el Altiplano Central Andino (700 al 1100 d. C.)
Solórzano describe a la ciudad como un centro planificado con barrios diferenciados, almacenes, talleres y recintos rituales, desde donde se articulaba una red de centros regionales distribuidos por gran parte del actual Perú.
Promovieron la ideología oficial mediante iconografía homogénea en textiles, cerámica y arquitectura, con integración cultural y administrativa de poblaciones diversas.
Huari se convirtió en la capital de un extenso Estado andino que combinó elementos ideológicos de Tiahuanaco con su propia arquitectura, sistema urbano y estructuras de control administrativo, formando un modelo imperial temprano.
Las relaciones Huari-Tiahuanaco
Las dos civilizaciones coexistieron durante el Horizonte Medio y mantuvieron redes de contacto e intercambio, pues hay sitios con evidencias arqueológicas de presencia cultural de ambos Estados.
Para Solórzano, Huari y Tiahuanaco mantuvieron relaciones ideológicas y económicas, sin evidencia clara de conflicto.
Aunque distintos, Huari y Tiahuanaco compartieron una iconografía religiosa similar (como el dios de los báculos), lo que sugiere una relación ideológica, posiblemente de origen compartido o de influencias mutuas entre sus élites.
Origen y desarrollo de Huari
El desarrollo de los Huari fue impulsado por una combinación de agricultura de altura, control de rutas de intercambio y la construcción de una red de otras ciudades unidas mediante caminos y relaciones tributarias.
Solórzano dice que la expansión de la cultura Huari marcó el inicio de una nueva forma de organización estatal en los Andes, con una planificación territorial centralizada, capacidad de movilización de recursos y un aparato burocrático que sentó precedentes para los incas.
Huari emergió en Ayacucho, a partir de tradiciones culturales locales como la de Huarpa, que fueron reorganizadas y ampliadas durante el Horizonte Medio (600-1000 d. C.) para dar origen a una capital estatal con funciones administrativas, religiosas y militares.