Jesús no enseñó una nueva doctrina, sino que predicó un hecho: Dios está presente entre las personas para cumplir promesas, especialmente para quienes sufren. La idea del “Reino de Dios” era diferente a las expectativas de imperios con reyes poderosos. Jesús lo explicó con parábolas, comparándolo con un banquete, un sembrador, un grano de mostaza y una viña. El Reino inicia con Jesús, se halla en lo sencillo y en el corazón de las personas. Se presenta como una semilla de una nueva humanidad basada en la justicia y la paz, invitando a todos a una felicidad plena y auténtica.