En contraste, el Minimalismo se desarrolló en la década de 1960 como una reacción al exceso de expresividad y simbolismo en el arte moderno. Los artistas minimalistas, como Donald Judd, Dan Flavin o Carl Andre, eliminaron toda referencia emocional, figurativa o narrativa, buscando la objetividad absoluta. El minimalismo se caracteriza por el uso de formas geométricas simples, materiales industriales y composiciones repetitivas o modulares. Su lema podría resumirse en “menos es más”: el objeto artístico debe ser autónomo, sin interpretaciones externas ni contenido simbólico. La obra se presenta como lo que es, sin pretensión ni decoración.