La timidez ha sido una constante en mi vida. Recuerdo momentos en los que salía a los descansos con mis amigos y se juntaban con personas que no conocía o que conocía, pero con la cuales jamás había entablado una conversación. En lugar de unirme a la conversación, me quedaba parado, callado, mirando mi celular o incluso inventando excusas para irme porque la idea de hablar con los que no conocía me asustaba, me daba pena. Esta misma timidez también afectaba mis relaciones más cercanas, había temas importantes que quería discutir con mis amigos, con mi familia, pero el miedo a ser juzgado, el miedo al ¿qué tal sí? o al que me iban a decir, me impedía contárselos.
Experiencia personal del orador sobre cómo la timidez le impidió integrarse en grupos y expresar temas importantes con amigos y familia.