Puede afectar significativamente el área psicológica de una persona al influir en su percepción de sí misma y en su desarrollo emocional. Las limitaciones en la movilidad y en la autonomía, que a menudo acompañan a estas discapacidades, pueden provocar sentimientos de frustración, inseguridad, y dependencia, especialmente en entornos donde el apoyo o la accesibilidad no son adecuados. Esta falta de independencia puede llevar a una baja autoestima, ya que las personas pueden sentirse menos competentes o limitadas en comparación con sus pares, lo que afecta su autoconcepto. Las constantes barreras físicas y la percepción de ser diferentes pueden intensificar la ansiedad y el temor al rechazo social, generando, a su vez, una tendencia al aislamiento. Estos factores psicológicos no solo impactan el bienestar emocional, sino que también limitan la disposición a participar en nuevas experiencias, restringiendo así las oportunidades de crecimiento personal y social.