Entendemos a la sistematización como un proceso permanente, acumulativo, de creación de conocimientos a partir de nuestra experiencia de intervención en una realidad social, como un primer nivel de teorización sobre la práctica. En ese sentido, la sistematización representa una articulación entre teoría y práctica, lo cual nos pone ante el reto de desarrollar un lenguaje que exprese, a un nivel conceptual, toda la riqueza y la dinámica presentes en las prácticas de promoción.
Al ser una actividad teórico-práctica, la sistematización sirve a objetivos de los dos campos. Por un lado, apunta a mejorar la práctica, la
intervención, desde lo que ella misma nos enseña.
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La sistematización, como actividad de producción de conocimientos desde la práctica, aspira a enriquecer, confrontar y modificar el conocimiento teórico actualmente existente, contribuyendo a convertirlo en una herramienta realmente útil para entender y transformar nuestra realidad.
Para la sistematización, la teoría representa un marco de referencia dentro del cual se propone una explicación del problema haciendo uso de los conceptos y metodología que ésta ofrece.
Para poder avanzar en la conceptualización de sistematización, es importante definir más claramente su perfil como quehacer en las ciencias sociales, deslindando campos y diferenciándola de otras actividades de producción de conocimientos.
De otro lado, distinguimos la sistematización de la evaluación por el eje que orienta la producción de conocimientos: en la evaluación éste se centra en el proyecto mismo (cumplimiento de sus objetivos, fundamentalmente), mientras en la sistematización se intenta conocer el proceso social vivido por los grupos populares con los cuales se desarrolló el proyecto, proceso en el cual éste es sólo uno de varios elementos.