Cuando nos centramos en el contenido del lenguaje, las palabras mantienen su significado. Sin embargo, si prestamos atención al proceso de producción o escucha de las palabras, estas pueden perder su sentido. Esto ocurre en prácticas como la meditación, donde se enseña a observar los pensamientos sin intentar modificarlos, lo que con el tiempo revela la naturaleza ilusoria de los mismos, ayudando a reducir su influencia. Al enfocarnos en el proceso de pensar, en lugar del contenido, podemos lograr este efecto.