Hay un gran solapamiento entre la experimentación del yo-como-contexto y la defusión del lenguaje. De hecho, parece como si la ejecución de un proceso condujera, inexorablemente, al otro.El mero hecho de darse cuenta de los propios pensamientos desde una perspectiva de observador, por lo general, lleva, al menos, a un cierto grado de defusión. La defusión de una palabra o pensamiento suele dar como resultado la constatación de las propiedades físicas de las palabras de manera distanciada, desde una perspectiva de observador. Desde el punto de vista de un terapeuta, posiblemente, no sea necesario diferenciar claramente entre yo-como-contexto y técnicas de defusión. Sin embargo, las técnicas que se centran primaria y explícitamente en la vivencia de pensamientos, sentimientos y otras sensaciones desde la perspectiva de un observador, generalmente, entran en la categoría del yo-como-contexto. Las técnicas de defusión, por el contrario, se centran, en primer lugar, en romper las reglas del lenguaje.