El proceso de frenado no se limita al sistema hidráulico, que toma la fuerza que aplicamos al pedal y la convierte en presión del disco, fricción y disipación de calor. Un coche frena bien, por así decirlo, si el sistema de frenado, la suspensión y los neumáticos están en buen estado.
Es muy importante que las ruedas estén bien equilibradas, que la suspensión no tenga holguras visibles ni signos de desgaste y que los neumáticos tengan la presión de aire correcta. Como único punto de contacto entre el coche y la carretera, el neumático tiene un límite de adherencia, que a su vez establece el límite de la capacidad de frenado del coche. Si se supera este límite durante la frenada, los neumáticos patinan o el ABS interviene (lo que es normal), alargando así la distancia de frenado..