Es una valoración detallada de las fortalezas y debilidades del niño en diversas áreas, como el funcionamiento cognitivo, académico, lingüístico, conductual, emocional y social. Se puede llevar a cabo por varias razones, incluyendo el establecimiento de un diagnóstico (determinar la clasificación que mejor refleja el nivel y tipo de funcionamiento del niño, asistir en la determinación de trastornos mentales o discapacidades educativas, o ambos) y sugerencias para la colocación, programas e intervenciones educativas o clínicas.
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