En los primeros tiempos de Roma, el derecho se entendía de manera material y objetiva, considerando a los deudores como objetos. La falta de pago podía resultar en la pérdida de libertad, esclavitud o prisión, con sanciones impuestas por el magistrado mediante damnatio. La Ley Poetelia (457 a.C.) liberó a los deudores de la esclavitud, la venta y la muerte. En 636 a.C., el edicto del Pretor Plubius estableció la responsabilidad del deudor sobre su patrimonio, manteniendo la prisión por deudas y la obligación de trabajar para el acreedor. Finalmente, las Institutas de Justiniano introdujeron un concepto subjetivo de obligación, definiéndola como un vínculo jurídico que obliga a la prestación de algo conforme al derecho.