En verdad consiguieron su designio, y el Perú ha tenido que llorar amargamente el resultado. El partido constitucional en España había acumulado en aquellas circunstancias, y Riva-Aguero, que no perdía ocasión favorable a su patria, se dirigió a los jefes enemigos, manifestándoles que ya no podían recibir ningún auxilio Peninsular, a mérito de la pérdida que habían sufrido los liberales, a cuya causa pertenecían; y por tanto era el momento oportuno de unir sus armas a las nuestras, jurando la independencia de aquella nación bajo solemnes garantías de sus empleos y propiedades, cuyo goce sancionaría un Congreso general.