La persona humana es un complejo bio-psico-espiritual y social con un sentido de trascendencia cuya identidad no se agota en la mera corporeidad. Por eso, la familia como educadora de personas tiene una importancia invalorable en la educación de las jóvenes generaciones. Ésta debe ser formadora de valores, teniendo en cuenta a la persona humana en su integridad física, psíquica, espiritual y social. Así, educar, en el seno de la familia implica formar al hombre y a la mujer para el amor, la verdad, el respeto.