Además de la asistencia a las sesiones, el paciente debe realizar ciertas tareas entre cada una de ellas. Es importante que el terapeuta enfatice en la importancia de dichas tareas, pues no sólo ayudan a consolidar lo aprendido y trabajado en las sesiones, sino que además potencian el compromiso personal del paciente en el manejo y afrontamiento del problema, aumentando con ello sus sentimientos de autoeficacia y control.
La mayor parte de estas tareas entran dentro de lo que se conoce como «experimentos conductuales», que como explican Bennett-Levy, Butler, Fennell, Hackmann, Mueller y Westbrook (2004), consisten en actividades experienciales planificadas, basadas en la autoexperimentación o en la observación directa por parte del paciente. De ahí proviene precisamente el término experimento: de lo que se trata es de que el paciente experimente la realidad de un modo diferente a como lo hace de forma habitual en relación, claro está, con su problema.