Desde una perspectiva ética, la imaginación en la producción de conocimiento puede ser vista como una herramienta poderosa, pero que debe ser utilizada con responsabilidad. Por ejemplo, en bioética, imaginar nuevas posibilidades tecnológicas, como la edición genética, plantea importantes dilemas morales sobre las implicaciones de tales avances. Aquí, la imaginación debe estar equilibrada con principios éticos que aseguren que el conocimiento producido no conduzca a consecuencias negativas para la humanidad.