Este sistema, con raíces en la antigua Roma y las monarquías cristianas del siglo XII, se caracteriza por un control centralizado de la investigación y el juicio por parte del juez. En este modelo, el juez tiene la autoridad de iniciar procesos de oficio, basándose en denuncias, quejas o incluso rumores. Este sistema se mantuvo en vigor hasta la aparición de la Revolución Francesa, que introdujo principios renovadores como la publicidad, la oralidad, y la libertad de defensa
Rol del Juez:
Investigador y Decisor: El juez actúa como investigador principal, evaluador de pruebas y decisor final, sin intervención de otras partes en estas funciones
Rol del Fiscal:
Limitada o Nula Participación: El fiscal tiene un rol muy limitado en la fase investigativa y no interviene en la toma de decisiones