La cultura se transmite de generación en generación y entre individuos a través de diversas vías: padres a hijos, maestros a alumnos, y de líderes a seguidores. A una edad temprana, los niños desarrollan sistemas de valores que forman la base de su percepción del mundo, como lo que consideran bueno o malo, limpio o sucio, etc. Estos valores, una vez establecidos, son resistentes al cambio.