1950s - Precursores del Desarrollo Sostenible
1968 - Informe del Club de Roma
1972 - "La Declaración de Estocolmo
1980 - Estrategia Mundial para la Conservación
1987 - Informe Brundtland
1992 - Conferencia de Río de Janeiro
1997 - Protocolo de Kioto y las Bases Científicas
2000 - Objetivos de Desarrollo del Milenio
2012 - Río+20
2015 - Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
2020 - Informe del IPCC sobre el cambio climático
2020 - La pandemia de COVID-19
2021 - Cumbre de Glasgow (COP26)
2021 - Iniciativas de Finanzas Sostenibles
2022 - Declaraciones de Emisiones del Alcance 3
2022 - Reformas en Políticas de Sostenibilidad
2023 - Iniciativa de la Naturaleza y Compromiso con la Biodiversidad
2023 - Aumento de la Adopción de Energías Renovables
2023 - Desarrollo Sostenible en Tecnologías Emergentes
2023 - Impacto del Cambio Climático en Políticas Globales
2024 - Economía Circular
2024 - Justicia Climática y Social
2024 - Educación y Conciencia sobre Sostenibilidad
En los años 50, se comienza a hablar de la relación entre el desarrollo económico y la conservación del medio ambiente. Filósofos y ecologistas comienzan a cuestionar el modelo de crecimiento económico lineal.
El Club de Roma publica "Los Límites del Crecimiento", que examina las consecuencias del crecimiento exponencial de la población en un planeta con recursos finitos, sentando las bases para el concepto de sostenibilidad.
En la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano, se establece la necesidad de un desarrollo que tome en consideración la protección del medio ambiente, pero el término "desarrollo sostenible" aún no se utiliza directamente.
La Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN) define la conservación para un desarrollo adecuado en su "Estrategia Mundial para la Conservación", planteando aspectos de sostenibilidad en el desarrollo humano.
La Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo publica el informe "Nuestro Futuro Común", donde se introduce y define oficialmente el concepto de desarrollo sustentable: "desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades".
En la Cumbre de la Tierra, se adoptan conceptos clave del desarrollo sostenible en la Agenda 21, que promueve un enfoque integrador que reconoce la interdependencia entre el desarrollo social, económico y la protección del medio ambiente.
Si bien se trata principalmente de un acuerdo práctico, el Protocolo de Kioto refuerza la necesidad de un enfoque sustentable en el que se aborden las interrelaciones entre el desarrollo y el clima.
Los ODM reflejan un enfoque más amplio e integrado del desarrollo, aunque no se utiliza el término "sustentable" explícitamente, se incluyen aspectos de sostenibilidad en varias metas.
Se reafirma el concepto de desarrollo sustentable y se discute la "economía verde". Se enfatiza que la sostenibilidad debe ser un principio central del desarrollo en todos los niveles.
Se formalizan 17 ODS que abarcan desarrollo económico, social y ambiental, ampliando y redefiniendo el concepto de desarrollo sustentable en un contexto global más amplio y ambicioso.
En agosto de 2021 (aunque publicado en el contexto de 2020), el IPCC lanza un informe afirmando que el cambio climático es innegable y señalando que las actividades humanas han caldeado el planeta de una manera sin precedentes. Este informe genera un llamado a la acción urgente para abordar la sostenibilidad y mitigar el cambio climático.
La pandemia mundial de COVID-19 tiene efectos significativos en la sostenibilidad, causando tanto una reducción temporal en las emisiones de carbono como un aumento en la conciencia sobre la importancia de sistemas resilientes y sostenibles. Muchos argumentan que la recuperación post-pandemia debería centrarse en principios sustentables.
La Conferencia de las Partes (COP26) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se lleva a cabo en Glasgow. Se realizan compromisos para limitar el calentamiento global a 1.5 °C y se hace un llamado a las naciones para acelerar sus planes climáticos y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Aumenta el interés en las finanzas sostenibles, con un enfoque creciente en inversiones que priorizan proyectos y empresas que cumplen con criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).
Muchas empresas comienzan a tomar medidas más serias sobre sus emisiones del Alcance 3 (indirectas) y se reconoce la necesidad de una medición más profunda de la huella de carbono.
A medida que las empresas adoptan la sostenibilidad en sus estrategias, algunos gobiernos implementan políticas más estrictas para confrontar el cambio climático y fomentar la economía circular y la sostenibilidad en la producción y el consumo.
Hay un creciente enfoque en la biodiversidad y el papel fundamental que juega en la sostenibilidad. Se discuten objetivos específicos para la conservación de la naturaleza y se destacan las prácticas regenerativas.
Las instalaciones de energía renovable siguen creciendo, impulsadas por avances tecnológicos y políticas de apoyo. Se observa una transición hacia la descarbonización en múltiples sectores.
La inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes son cada vez más mostradas como herramientas clave para abordar problemas de sostenibilidad, incluyendo la reducción de pérdidas en la cadena de suministro y la optimización de recursos.
Las crisis globales relacionadas con el clima, como las sequías, inundaciones y otros desastres naturales, provocan discusiones más fervientes sobre la necesidad de un desarrollo más sostenible y resiliente a las crisis ambientales.
Las empresas y gobiernos exploran más a fondo modelos de economía circular que buscan reducir la producción de residuos y maximizar la reutilización de productos y materiales.
Hay un foco creciente en la justicia social dentro del marco del desarrollo sostenible, enfatizando la necesidad de políticas que aborden las desigualdades y protejan a las comunidades más vulnerables.
A medida que aumenta la conciencia sobre el cambio climático, varios movimientos sociales, especialmente entre los jóvenes, demandan acciones concretas y políticas sostenibles por parte de gobiernos y empresas.