He tenido el privilegio de desempeñarme como docente durante casi 20 años, pero en la institución me encuentro laborando 6 años. Ser maestra inclusiva es una tarea compleja y desafiante, pero también es una de las experiencias más gratificantes que he tenido en mi vida profesional. La oportunidad de trabajar con niños increíbles que me han enseñado mucho sobre la vida, la diversidad y el poder de la educación. Cada uno de ellos ha representado un reto y, a la vez, una fuente de aprendizaje invaluable para mí.
Uno de los casos que más ha marcado mi carrera profesional es de Rubí, una estudiante con autismo. Al ingresar a mi aula Rubí no emitía sonidos ni establecía contacto con sus compañeros . Su universo parecía estar encapsulado en sí mismo. Inicialmente, trabajar con ella fue un desafío considerable. No respondía a las estrategias de enseñanza tradicionales y, con frecuencia, se mostraba frustrada. Poco a poco, fui aprendiendo a comunicarme y descubrí su pasión por la música y su receptividad a los estímulos sensoriales .
Ser docente en el ámbito de la educación inclusiva ha sido un viaje lleno de retos y satisfacciones He aprendido que la educación inclusiva no solo es posible, sino que también es necesaria para crear una sociedad más justa y equitativa.