El mundo pasa rápidamente a su lado y no puede alcanzarlo, esto lo asusta. El resultado es una facies de perplejidad angustiosa (cara de angustia con un signo de interrogación en la expresión). En casos extremos, puede llegar al mutismo y la falta casi total de iniciativa del movimiento. En la depresión, en cambio, si bien se observa enlentecimiento del curso del pensamiento con hipocinesia y bradicinesia, el origen de este fenómeno no está en el pensamiento mismo, sino en el estado de ánimo depresivo del paciente y el desgano que lo acompaña, con desinterés por el mundo que lo rodea, porque está concentrado en su propio sufrimiento.