Graizbord, Boris (2011) “Sostenibilidad urbana: ¿Frase vacía o estrategia de desarrollo urbano?”
Según los autores Boris Graizbord y Fernando Monteiro (2011) en el texto “Sostenibilidad urbana: ¿Frase vacía o estrategia de desarrollo urbano?”. Existe una asociación que se ha preocupado por establecer una nueva agenda para el futuro de las ciudades a fin de promover el crecimiento y desarrollo sostenible de ciudades globales tanto en el mundo industrializado como en los países en desarrollo. La Urban Age, una iniciativa conjunta de la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres y de la sociedad Alfred Herrhausen del Deutsche Bank, está. se está creando en colaboración con instituciones gubernamentales, institutos de investigación, empresas privadas y organizaciones de la sociedad civil a nivel internacional, regional, nacional y local. Al integrar temas transversales tales como vivienda, migración, infraestructura del transporte, desigualdad y violencia, así como el impacto que esos asuntos tienen en la creación y el mantenimiento de los espacios públicos. El Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas afirma que como promedio anual, en los primeros años del presente siglo una de cada 19 personas que viven en el mundo en vías de desarrollo se ha visto afectada por un desastre climático. Las ciudades aportan más del 80% de las emisiones mundiales de carbono, la contaminación resultante de las actividades industriales y del transporte, pueden parecer retos insuperables.
La competitividad y vulnerabilidad de las megaciudades
Dos factores interrelacionados afectarán la manera en que las megaciudades del mundo en desarrollo puedan responder ante los retos planteados por el cambio climático en los años venideros. Por una parte, tales ciudades constituyen los motores de la globalización, pues impulsan el flujo de personas, bienes, conocimientos y dinero en todo el mundo. Por otra, también conllevan enormes desigualdades en la distribución de la riqueza.
Oportunidades económicas y la exposición a riesgos.
El detonador más influyente de la urbanización consiste en los lugares hacia los cuales fluyen las inversiones privadas nuevas o crecientes. El flujo de las inversiones incide mucho en la manera en que se desarrollan áreas urbanas a nivel individual. Su competitividad depende principalmente de su grado de atracción para los inversionistas. Las áreas urbanas que sean vulnerables a trastornos causados por los impactos del cambio climático serán menos atractivas, ya que representan riesgos más grandes para la inversión.
Cómo el cambio climático puede afectar la competitividad urbana
En años recientes, la vulnerabilidad de las poblaciones urbanas ante fenómenos meteorológicos extremos se ha revelado de manera dramática debido al aumento en el número de heridos y muertos, y pérdidas económicas muy significativas como resultado de huracanes, tormentas e inundaciones. Las evidencias científicas indican que tales fenómenos ocurrirán con mayor frecuencia y que serán acompañados por otros impactos tales como ondas de calor, reducciones en la disponibilidad de agua dulce e incrementos en el nivel del mar, siendo los últimos un reto particular para las ciudades costeras.
El liderazgo para hacer frente a los retos planteados por el cambio climático debe darse en todos los sectores y niveles. El liderazgo y el cambio climático en entornos de rápida urbanizaciónTanto las autoridades locales como las empresas y comunidades tienen un papel crítico que desempeñar en este proceso, pues la adaptación al cambio climático requiere de conocimientos locales, habilidades locales y capacidades locales para asegurar que las soluciones sean tan sostenibles como sea posible. El liderazgo también es necesario de parte del sector privado debido a las importantes contribuciones que las empresas y los inversionistas puedan hacer para facilitar la implementación de medidas de adaptación.
El futuro: retos y constreñimientos para hacer frente a la vulnerabilidad urbana ante el cambio climático
Algunas políticas y prácticas innovadoras (desarrolladas, en su mayoría, por organizaciones comunitarias y otras que se ocupan de la pobreza urbana) han mostrado que es posible reducir la vulnerabilidad ante los impactos del cambio climático a un costo relativamente bajo. Existe un creciente número de ejemplos en que los gobiernos locales, trabajando conjuntamente con grupos de bajos ingresos, han logrado mejorar la infraestructura y las condiciones de las viviendas, y también desarrollar nuevos asenta mientos de buena calidad.
Es difícil pensar que el proceso de urbanización pueda detenerse.
Lo más probable es que la urbanización mantenga un patrón concentrador a pesar de que, en términos relativos, las más grandes ciudades reduzcan su tasa de crecimiento frente a las ciudades más pequeñas. Al mismo tiempo, es factible que el crecimiento de la población en el mundo en general, y en nuestro país en particular, se estabilice en algún momento del presente siglo.
Las crisis urbanas
El crecimiento de las ciudades a partir de la revolución industrial no ha estado exento de problemas ambientales. Tres crisis de sostenibilidad han afectado las ciudades en el mundo occidental en los últimos dos siglos (Matthiessen, Søgaard y Anderberg, 2002:120).
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La primera se desprende del acelerado crecimiento urbano vinculado al proceso de industrialización desde fines del siglo dieciocho y durante el diecinueve que resultó en una crisis de salud y condiciones de vida de los habitantes de las ciudades donde se concentró la industria.
La segunda fue una crisis social en forma de pobreza y condiciones habitacionales a fines del siglo diecinueve y principios del veinte. La respuesta fue una ingeniería social que eliminó áreas de tugurios, proveyó a las familias que vivían allí y a la creciente población de vivienda nueva, y puso en práctica esquemas de renovación urbana a través de la planeación y regulación que buscaban controlar (zonificar) los usos del suelo, separando aquellos usos que eran incompatibles entre sí.
La nueva y actual crisis es la de las condiciones ambientales en y de las ciudades contemporáneas con problemas ecológicos, entre los que predominan la generación de basura, el congestionamiento del tráfico, y el uso intensivo de energía y de recursos materiales. La separación espacial de usos y funciones requiere una creciente movilidad que, a su vez, exige infraestructura para asegurar la dotación y el funcionamiento de sistemas de energía, agua, residuos, transporte y comunicaciones, dependiente del uso casi ilimitado de insumos que no lo son.
Problemas ambientales urbanos
Según los autores antes mencionados (Matthiessen, Søgaard y Anderberg, 2002:121), los problemas ambientales de la ciudad se manifiestan básicamente en tres ámbitos (variables): suelo, recursos (agua y energía) y contaminación. Es fácil, por tanto, delinear los siguientes aspectos problemáticos:
Forma urbana
La forma espacial que adoptan las ciudades en su crecimiento condiciona la movilidad de la población que utilizará los servicios disponibles de transporte y, por tanto, producirá contaminación (emisiones de CO2, entre otras), cuya intensidad estará determinada por un conjunto de variables tanto del lado de la oferta como de la demanda. La forma espacial también afecta los cambios en el uso del suelo (de rural a urbano, básicamente) y, por tanto, la pérdida de hábitat de flora y fauna. La forma urbana resulta entonces una variable determinante para alcanzar la sostenibilidad y, en ese sentido, puede decirse que algunas formas espaciales serían ambientalmente más deseables que otras en términos físicos, sociales y económicos.
Un enfoque pragmático
En este contexto, una posición intermedia (pragmática) al respecto se basa en estrategias de mitigación, es decir, en la reducción de los efectos nocivos del crecimiento, tanto como en estrategias de adaptación al cambio climático (cc), a través de un conjunto de políticas que sean sensibles a diferencias en las condiciones sociales, económicas y políticas en distintas escalas, pero complementarias o mutuamente ventajosas (Breheny y Rookwood, 1993:156).
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Por vez primera en la historia de la humanidad, hay más personas que viven en áreas urbanas que en áreas rurales dice Simon Lyster Secretario Ejecutivo, lead International. Coincide con una alarmante degradación del medio ambiente natural. Dado el gran número de ciudades que ya están experimentando los primeros impactos del cambio climático, es urgente emprender diversas acciones. A partir de la diversidad de experiencias que hemos tenido, la red mundial de LEAD, reúne a lead Fellows (egresados de los programas de lead) que están trabajando a la vanguardia de los esfuerzos por promover la sostenibilidad y la vida urbana en contextos muy variados en todo el mundo, a fin de explorar algunos de los retos y soluciones potenciales para lo que será necesario hacer. Con la llegada del siglo XXI, se inauguró la primera era de las ciudades, la era Urbana, más de la mitad de la población mundial reside en un centro urbano y, por tanto, los interrogantes respecto a la manera en que vivimos, trabajamos y nos trasladamos se enfocan cada vez más en la forma física de las ciudades y de sus zonas metropolitanas.
Durante los últimos cincuenta años, la mayoría de las naciones de bajos y medianos ingresos han experimentado un crecimiento demográfico excepcional, y algunas de sus ciudades han visto una expansión masiva. El liderazgo hace toda la diferencia. Las ciudades mejor gobernadas están en mejores condiciones de confrontar las amenazas del cambio climático, ya que las ciudades más vulnerables son aquellas donde el desarrollo no funciona.
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Cómo el cambio climático aumentará la vulnerabilidad urbana y afectará a los pobres Las evidencias científicas indican que tales fenómenos ocurrirán con mayor frecuencia y que serán acompañados por otros impactos tales como ondas de calor, reducciones en la disponibilidad de agua dulce e incrementos en el nivel del mar, siendo los últimos un reto particular para las ciudades costeras.
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- Energía
i. Reducir el consumo de energía fósil.
ii. Inducir la producción de energías alternas: solar, eólica, etcétera.
iii. Mejorar las técnicas constructivas de aislamiento en edificios para hacerlos más eficientes en el uso de energía.
iv. Favorecer la generación local de energía.
- Transporte
i. Reducir viajes al trabajo y con otros propósitos (consumos y sociales).
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ii. Favorecer el transporte público.
iii. Privilegiar el uso de modos de transporte más eficientes.
- Recursos naturales: agua, suelo, vida silvestre
i. Revertir la sobreexplotación de los acuíferos y proteger el suelo y el bosque para garantizar la recarga de los mismos.
ii. Mantener la biodiversidad y proteger la vida silvestre.
iii. Aumentar la biomasa en espacios urbanos y la región circundante (árboles y otras especies de vegetación).
iv. Sustituir el uso de recursos finitos no renovables por renovables.
- Usos del suelo
i. Favorecer los usos mixtos para aumentar la accesibilidad local a bienes y servicios.
ii. Privilegiar desarrollos concentrados para ser servidos fácilmente por transporte público.
iii. Aumentar y proteger el suelo de conservación.
- Contaminación y residuos
i. Reducir las emisiones de fuentes fijas: industria, plantas de energía.
ii. Implementar políticas de mejora de la calidad del aire, el agua y el suelo.
iii. Reducir el volumen total de generación de residuos sólidos residenciales.
iv. Promover el uso de procesos de ciclo cerrado y eliminar procesos lineales de extracción, producción, distribución, consumo y disposición.
v. Implementar e inducir medidas de reciclaje.
¿Qué medidas habrá que tomar para traducir estos objetivos en metas y cómo dar seguimiento a las acciones para alcanzar dichas metas prefijadas en distintas escalas?
Una primera aproximación a esta cuestión se basa en un reporte del Town and Country Planning Association (Blowers, 1993), en el que se distinguen diversas escalas: desde la región urbana, la ciudad central, el primer contorno, los suburbios, los pueblos y nuevos desarrollos inmobiliarios de la periferia, asentamientos y áreas mixtas urbano-rurales, y el entorno rural de la región.
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- La ciudad ha sido el sitio ideal para localizar la producción de bienes y servicios. Tradicionalmente, la industria de transformación ha sido fuente de riqueza y, al mismo tiempo, causante de emisiones de contaminantes tóxicos y peligrosos. Lo mismo sucede con los servicios.
- El consumo es un aspecto central de la vida urbana. En la ciudad el consumo produce emisiones diversas y difusas, y genera residuos en cantidades exorbitantes muchas de las veces innecesarias, pero causantes de problemas para su disposición final o para su reúso o reciclado.
- La ciudad es un sistema de alto consumo de recursos y de contaminación. La huella ecológica de la ciudad (Rees, 1992) sintetiza esta característica. En la ciudad se consumen enormes cantidades de materias primas, nutrientes, combustibles fósiles y, en la práctica, muchas veces se tienen grandes desperdicios en los procesos de producción, distribución y consumo ineficientes.
- La población y las actividades económicas urbanas requieren de altos niveles de movilidad. Los volúmenes de tráfico manifiestan un constante crecimiento y, al mismo tiempo, son la fuente principal de la contaminación atmosférica y del ruido.
- Los conflictos de uso del suelo afectan la biodiversidad. La ciudad no puede mantener o crear áreas naturales y, por tanto, el funcionamiento y expansión urbana afectan la riqueza biológica de la región circundante. La necesidad de proveer espacios para infraestructura de todo tipo (transporte, rellenos sanitarios, plantas de tratamiento de agua) genera conflictos entre usos del suelo que resultan no necesariamente compatibles entre sí.