La ambigüedad es artificio muy importante, hace de vestíbulo para la experiencia estética: cuando, en lugar de producir puro desorden, aquella atrae la atención del destinatario y lo coloca en situación de "excitación interpretativa", el destinatario se ve estimulado a examinar la flexibilidad y la potencialidad del texto que interpreta, así como las del código a que se refiere. Esta ambigüedad estética, cuando a una desviación en el plano de la expresión corresponde a alguna alteración en el plano del contenido.