El ecosistema posee mecanismos de autorregulación, y un ejemplo es la relación depredador-presa que se autorregula. A mayor número de presas, los depredadores más comen y se reproducen. La población de depredadores aumenta y al necesitar más comida, las presas disminuyen. Al disminuir la disponibilidad de presas, los depredadores tienen menos comida y se reproducen menos, bajando su población. Al bajar su población, las presas aumentan. Y así de manera cíclica, siendo un equilibrio dinámico y estable.