Gestión de fallos: se encarga, como su nombre indica, de detectar los fallos en la red lo más rápido posible, así como también, identificar sus causas para corregirlos con el fin de mantener la red disponible ante cualquier situación.
Gestión de seguridad: su misión es proteger el activo más importante de la organización que corresponde a la información que se genera diariamente. Adicionalmente, se dedica a proteger los equipos de comunicación, servidores y estaciones de trabajo de posibles ataques proveniente de terceros para mantener la integridad del sistema.
Gestión de costes: conocida también como gestión de contabilidad, se basa en el registro del uso de los recursos y servicios proporcionados por la red a los usuarios estudiando para ello su distribución en relación con las políticas de tráfico. Todo ello de acuerdo con las necesidades de la organización.