Durante el siglo XIX, la sociedad estamental del Antiguo Régimen fue reemplazada por una sociedad de clases basada en el poder económico. La clase alta, liderada por la nobleza, perdió privilegios pero aumentó su riqueza mediante la compra de tierras. La burguesía, impulsada por la industria y el comercio, también ganó poder. La clase media incluía pequeños propietarios, comerciantes y profesionales liberales. Por último, la clase baja estaba formada por arrendatarios, jornaleros y obreros.
Los obreros, que padecían condiciones de vida difíciles, protagonizaron la lucha social del siglo XIX. Su movimiento se caracterizó por las manifestaciones, acciones espontáneas (como la destrucción de maquinaria) y la creación de asociaciones obreras. En España, el anarquismo fue prominente en entornos rurales, mientras que el socialismo marxista también ganó presencia a través de la Federación Regional Española. En resumen, el siglo XIX fue testigo de una transformación social marcada por la lucha obrera y el surgimiento de nuevas ideologías.