Explicar a las personas cuáles son en su caso las creencias nucleares, cómo funcionan (generando emociones y estilos de afrontamiento) y por qué se mantienen (sesgos cognitivos).
b. Establecer el origen de la creencia para enfatizar su carácter aprendido. Cuando este tipo de cogniciones aparezcan el terapeuta puede hacer preguntas del tipo: «Esa idea de que eres una inútil, ¿a quién se la has escuchado?», «¿quién te enseñó a pensar así?, ¿quién pensaba parecido a ti en tu infancia?», «¿son buenas esas enseñanzas?». Una posibilidad es hacer una revisión completa de la historia de la persona, deteniéndose en las situaciones específicas que contribuyeron a conformar las creencias negativas de la persona.
c. Investigar qué influencia han tenido en el pasado y presente de la vida de las personas. «¿De qué manera te han limitado en la vida estas creencias?».
d. Cuestionarlas para generar creencias alternativas. Por ejemplo: «Dices que empezaste a sentirte realmente incompetente cuando tu padre te dijo que jamás lograrías terminar una carrera, y ¿cómo te sentiste cuando al final lo conseguiste?». Para este propósito se pueden usar todas las técnicas descritas
e. Una vez que la persona ha desarrollado nuevas creencias fundamentales se trabaja para fortalecerlas. Preguntas como: «¿Qué cosas en tu vida sí funcionan y te hacen pensar que esta nueva visión es cierta?»; o tareas del estilo: «Anota todas las pequeñas cosas positivas que te suceden que pueden signicar que eres una persona competente».