Para obtener solución a sus problemas los vecinos acudían a las municipalidades y otras instancias, pero también impulsaron la autogestión y autoconstrucción, tarea a la que se sumaba toda la familia. Las mujeres participaban en la construcción de sus viviendas, y también eran quienes realizaban todos los trabajos necesarios para la subsistencia, algunos de ellos tan básicos, pero también tan sacrificados, como ir a buscar el agua a los pozos cercanos. Luis Muñoz, de Pudahuel, destaca "el valor que tuvo la mujer en llegar a vivir a terrenos sin luz, sin agua, sin alcantarillado, sin pavimentación" y formar ahí una familia. Mientras los hombres salían a trabajar, "fueron ellas las que se quedaron en las poblaciones soportando aquellas duras condiciones".
Esa organización mejoró la vida en común pero no ha perdurado en todos los casos. Para María Angélica San Martín, de Villa Nonguén, hoy "la gente se preocupa más del interior que del exterior. […] Todo se ha ido dando fácil. Entonces la gente no necesita nada más". Los nuevos habitantes no saben el sacrificio que significó levantar la organización vecinal y mejorar sus viviendas y el entorno, por lo mismo, no siempre valoran los adelantos que se lograron, fenómeno que se repite en otras poblaciones.