La palabra deriva del griego trauma, herida. Las heridas psicológicas son experimentadas por cada uno de forma distinta. El mismo tema, contenidos más o menos parecidos, sufrimientos muy próximos o frustraciones cercanas, a unos sujetos los convierte en neuróticos, amargados, agrios... y a otros, por el contrario, los hace mejores, los pule y los perfecciona, los hace más humanos, comprensivos, con más amor