La falta de conciencia de los sentimientos puede ser absolutamente desastrosa, especialmente en aquellos casos en los que tenemos que sopesar cuidadosamente decisiones de las que, en gran medida, depende nuestro futuro (como la carrera que estudiaremos, la necesidad de mantener un trabajo estable o de arriesgarnos a cambiarlo por otro más interesante, con quién casamos, dónde vivir, qué apartamento alquilar, qué casa comprar, etcétera)..
Estas son decisiones
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También requieren del concurso de las sensaciones viscerales y de la sabiduría emocional acumulada por la experiencia pasada.
La lógica formal por sí sola no sirve para decidir con quién casamos, en quién confiar o qué trabajo desempeñar porque, en esos dominios, la razón carente de sentimientos es ciega.
Las señales intuitivas que nos guían en esos momentos llegan en forma de impulsos límbicos que Damasio denomina
Indicadores somáticos
Son sensaciones viscerales, un tipo de alarma automática que llama la atención sobre el posible peligro de un determinado curso de acción.
Estos indicadores suelen orientarnos en contra de determinadas decisiones y también pueden alertamos de la presencia de alguna oportunidad interesante.
En esos momentos no solemos recordar la experiencia concreta que determina esa sensación negativa, aunque en realidad lo único que nos interesa es la señal de que un determinado curso de acción puede conducimos al desastre.
La presencia de esta sensación visceral confiere una seguridad que nos permite renunciar o proseguir con un determinado curso de acción, reduciendo así la gama de posibles alternativas a una lista mucho más manejable.
La llave que favorece la toma de decisiones personales consiste, en suma, en permanecer en contacto con nuestras propias sensaciones.