A pesar de los amplios beneficios de la relajación, su práctica puede conllevar efectos secundarios negativos. Por ejemplo, algunos pacientes con ansiedad generalizada pueden experimentar un aumento de la tensión durante la relajación, lo cual puede resultar estresante. Además, se han documentado efectos adversos como mareos, sensaciones de calor excesivo, pérdida de control y pánico.
Descargas autógenas
Las descargas autógenas son experiencias físicas y emocionales asociadas con el entrenamiento autógeno, como dolor, ansiedad o calambres musculares. Aunque no siempre son contraproducentes, pueden llevar al abandono del tratamiento. En pacientes hipertensos, el entrenamiento autógeno puede provocar aumentos peligrosos en la presión arterial, por lo que se requiere una monitorización psicofisiológica para detectar y gestionar estos cambios.
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