Inicialmente, la homofobia era respaldada por la Iglesia cristiana, pero su influencia se extendió a otras áreas de poder. La religión influyó tanto en la mente de la gente que el prejuicio contra la homosexualidad se extendió más allá de lo religioso. Esto llevó a que incluso en otros ámbitos, como la sociedad en general, se adoptara una visión de mundo que favorecía la heterosexualidad. Por lo tanto, las formas en que la gente entendía y clasificaba a las personas en la sociedad estaban influenciadas por esta visión heterosexual. Esto llevó a que los homosexuales fueran etiquetados de formas despectivas como sodomitas, hermafroditas, afeminados, pederastas, y más.