Para aplicar esta técnica primero se inyecta una sustancia ligeramente radioactiva en la sangre de la persona, la cuál irá dejando un rastro de radiación por donde pase. Luego, unos sensores irán detectando en tiempo real, qué zonas del encéfalo son aquellas que acaparan una mayor radiación, lo cual puede indicar que esas zonas están absorbiendo más sangre porque, justamente, se están manteniendo más activas.