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Nutrición en Reumatología - Coggle Diagram
Nutrición en Reumatología
Las enfermedades reumáticas son un grupo de afecciones que generan una gran variedad de manifestaciones clínicas y complicaciones secundarias a la actividad clínica de la enfermedad.
Entre los factores que pueden ayudar en el control de la actividad clínica destacan la adherencia farmacológica, el estado nutricional y la práctica de actividades físicas
Se concluye que la orientación nutricional y la práctica de actividades físicas es parte indispensable de los esquemas terapéuticos de los pacientes con enfermedades reumáticas.
¿qué son?
Las enfermedades reumáticas son un grupo de al rededor 250 enfermedades que se caracterizan por afectar principalmente el sistema osteomioarticular.
Las ER se clasifican, según las características anatomopatológicas, en enfermedades degenerativas y otras de carácter inflamatorio.
Dentro del primer grupo se sitúan afecciones como la osteoartrosis y la hiperostosis vertebral anquilosante.
En las enfermedades inflamatorias se encuentran la artritis reumatoide (AR), el lupus eritematoso sistémico (LES), las miopatías inflamatorias, las espondiloartropatias y el síndrome de Sjogren entre otras.
Se describe un tercer grupo en que se incluyen afecciones de tejidos blandos como tendinitis, bursitis, sinusitis y otras afecciones.
La nutrición es considerada como uno de los elementos fundamentales del ser humano, ya que se incorporan nutrientes que permiten realizar los procesos metabólicos de forma adecuada.
Los trastornos nutricionales por exceso, el sobrepeso y la obesidad se han señalado en distintas investigaciones como un factor de riesgo para la aparición de ER o para las complicaciones de la enfermedad.
Se describe que el aumento de peso afecta las articulaciones de carga (columna lumbar, cadera, rodilla y tobillos) provocando un aumento de peso a sostener que genera microtraumas repetitivos que conducen a la activación del proceso degenerativo.
Adicionalmente se ha descrito que el sobrepeso y la obesidad predisponen a la aparición del síndrome de resistencia a la insulina que causa daño articular secundario a la producción de lectinas y otras sustancias proinflamatorias.
Por lo tanto mantener un adecuado estado nutricional ha pasado de ser un elemento secundario a una necesidad en el caso de los pacientes con ER.
Si bien es cierto que no existen consideraciones especiales en cuanto a la dieta que deben llevar los pacientes reumáticos y que solo en algunas afecciones como la GOTA existe una restricción moderada de algunos alimentos en fase aguda de la enfermedad.
La ER, inducida por la inactividad física que provoca por el ueso de algunos fármacos como los glucocorticoides, causa un aumento de peso corporal que cierra un círculo vicioso de daño articular circundante.
La orientación nutricional de los de los pacientes reumáticos debe ser de tipo individualizada.
Se debe crear un equipo interdisciplinario que al menos incluya cuatro profesionales entre los que destaquen:
Especialista en reumatología.
Dispone de los esquemas terapéuticos y evalúa la actividad clínica de la enfermedad.
Especialista en rehabilitación física
Crea el esquema de ejercicios y las cargas más aconsejables a cada grupo articular afectado.
Psicólogo clínico.
Aborda los elementos psicológicos que como enfermedad crónica generan este tipo de enfermedades.
Aborda también, elementos indispensables para elevar la autoestima y controlar la ansiedad que puede llevar al aumento de la ingestión de alimentos.
Especialista en nutrición clínica.
Basado en las recomendaciones realizadas por cada uno de los profesionales mencionados, debe evaluar la situación nutricional del paciente y orientarlo dietéticamente.
La orientación nutricional debe orientarse, de forma general, a los elementos siguientes:
Nutrición balanceada con aporte de calorías necesarias en dependencia de la actividad física que realiza el paciente y del estado nutricional actual.
Aporte de nutrientes necesarios como es el caso de vitaminas y minerales.
Garantizar el adecuado aporte de vitamina A, B, Cy D mediante alimentos.
Garantizar un adecuado aporte de calcio.
Orientar hacia el consumo de alimentos que puedan mantener una sesación de saciedad.
Orientar el consumo de alimentos que no favorezcan la aparición o mantenimiento del proceso inflamatorio.
balancear y diversificar la dieta del paciente según sus necesidades y preferencias.
Incorporar suplementos nutricionales que puedan mejorar el estado alimentario y nutricional.
Educar al paciente para la creación de hábitos saludables.
Tener presente la presencia de comorbilidades como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, disfunsión cardiovascular y renal, ETC.
consideraciones a tener en cuenta para la realización de actividad física:
Saber el tipo de ER diagnosticado en el paciente. Sí es degenerativa o inflamatoria.
Tener presente la edad y presencia de comorbilidades como hipertensión, diabetes, etc.
Prescribir esquemas de ejercicios que favorezcan la movilidad y el tono muscular.
Orientar y educar al paciente en la realización de un adecuado calentamiento previo.
Capacitar a los familiares en la realización, de forma correcta, de ejercicios pasivos en el caso de pacientes con crisis articular aguda.
orientar sobre la utilización de hielo previo a la realización de ejercicios físicos, así como después de terminarlos.
Orientar la realización de ejercicios físicos no solo para el mejoramiento de la función articular, sino para otros beneficios cardiovasculares y metabólicos.