Cuando tratamos de “darle sentido” a un estímulo de marketing, ya sea un empaque distintivo, un elaborado comercial de televisión, o quizás un modelo en la portada de una revista, lo hacemos al interpretar su significado con base en las asociaciones que hemos hecho con esas imágenes. Por tal razón, gran parte del significado que asignamos es influido por la forma en que interpretamos el simbolismo que percibimos. Después de todo, en la superficie muchas imágenes de marketing no tienen prácticamente una conexión literal con productos reales.