En Alemania, el Rococó renueva el barroco bajo el impulso de los príncipes, especialmente en Prusia con Federico II, y alcanza formas exuberantes, tanto en las iglesias de peregrinación como en los palacios. Por ejemplo, Die Wies (Wies Kirche), una obra de Zimmermann en Bavaria. Ahí son particularmente notables el uso de las arcadas para asegurar la transición hacia la bóveda pintada y los efectos de luz.