En mi opinión, este enfoque resalta la necesidad de adaptarse a las dinámicas internas de cada subsistema, reconociendo las diferencias en estilos, afectos y lenguajes entre los miembros de la familia, por lo que la habilidad del terapeuta para acomodarse a estas diversidades es crucial para el éxito de la intervención.
También subraya la importancia de la comunicación efectiva con los niños, reconociendo sus diferentes niveles de desarrollo cognitivo y adaptándose a su lenguaje. Me parece fundamental que el terapeuta sea capaz de establecer conexiones significativas con cada miembro, incluso aquellos en diferentes etapas de desarrollo, para lograr una intervención completa y efectiva.