Al finalizar el reinado de Felipe V, su hijo Fernando VI, subió al trono en 1746, y en él se mantuvo hasta su fallecimiento, en 1759. Entre sus ministros destacó el marqués de la Ensenada. Durante su reinado consiguió mantener la paz y neutralidad con Francia e Inglaterra. Influenciado por las ideas de la Ilustración, promovió la cultura y el desarrollo de Fábricas, como la de Paños en Brihuega (Guadalajara). En 1752 fundó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Además, fomentó la construcción naval para la Armada potenciando los caminos, canales y puertos.
Fernando VI murió sin descendencia, por lo que la corona de España recayó en su hermanastro Carlos III, quien inició una pacífica y fructífera etapa de cambios con su reinado hasta su fallecimiento en 1788. Aportó una gran estabilidad y reformas al país. La influencia de la Ilustración seguía haciéndose notar con importantes cambios. Realizó grandes obras públicas, como la modernización de Madrid, en la que mandó construir numerosos paseos y dotarla de alcantarillado e iluminación. Otras de sus reformas fueron la conversión de Correos en servicio público y la creación del juego de la lotería nacional.
Fernando VI y Carlos III no renunciaron a su poder absoluto, aspecto que fue muy criticado por los grandes pensadores de la Ilustración. Esta forma de gobierno, combinaba el reformismo con el absolutismo, fue denominada despotismo ilustrado.