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DEBILIDAD DE LA APUESTA DEMOCRÁTICA - Coggle Diagram
DEBILIDAD DE LA APUESTA DEMOCRÁTICA
Profunda desconfianza en las instituciones democráticas
Solo el 32% sostiene que las elecciones son limpias.
Al peruano le gusta votar: lo hizo el 88% el año 2006, pero no confía en el valor de su voto. Solo el 47% respondió que votar por quienes sostienen su posición sea efectivo.
La información que nos trae el Latinobarómetro 2007 nos dice que el Perú es el penúltimo país en Latinoamérica satisfecho con la democracia (17%), solo por encima de Paraguay (9%)
Con relación a la confianza en las organizaciones políticas, los ciudadanos del Perú también presentan un bajísimo indicador de 14% (Venezuela 36%, Chile 20%). En la valoración del acceso a la justicia, el Perú presenta el más bajo índice de América Latina, con 8%; también en cuanto a la Salud Pública (26%) y a la Educación Pública (27%)
El 34,9% de la población entrevistada declaró que no tiene la menor idea de qué es la democracia, en tanto que el 24,9% declaró tener idea, pero que no le importa.
Según el análisis del PNUD, existe una correlación directa entre quienes opinan que el Perú tendrá un buen futuro en democracia y quienes disponen de los mayores niveles de ingreso. El 24,7% respondió que al Perú no lo compone nadie, pero el 62% respondió que sí tiene futuro
De la información mostrada se infiere que una gran parte de la población percibe la democracia como un sistema incapaz de imponer orden. Asimismo, de algún modo comprende la opción autoritaria para imponer el orden, que es requerido para lograr el desarrollo, o al menos mantener el orden existente.
No funciona la representación
En nuestra tradición constitucional, ellos son los regidores municipales, los consejeros regionales y los parlamentarios. Esta es hoy una función devaluada, venida a menos y se intenta encubrir la realidad agregándole otras funciones
Ese es el espacio de la representación política y sostenemos que en el Perú se ha debilitado enormemente en las últimas décadas. Ni en el parlamento ni en los concejos municipales, o en los nuevos consejos regionales, los representantes centran su atención en representar
Los políticos apelan a los comunicadores en tiempo electoral más que a la relación estabilizadora del representante. Los partidos son débiles —además— por su característica caudillista que atraviesa sus estructuras.
Una cultura política antipartido que impide
asentar la democracia representativa
Entre los años sesenta y los ochenta, los partidos hibernaron doce años. Los tiempos de dictadura no siempre son adecuados para el cambio institucional y la renovación de dirigentes.
Como los militares fracasaron en el intento de constituir o constituirse en una salida política de mayor aliento, los partidos regresaron tal cual, no más fuertes ni más modernos, las mismas caras con más canas y mayores mañas.
Aquí se entrelazan problemas del sistema electoral y del sistema de partidos con rasgos poco democráticos, de una cultura política poco amiga de la competencia, tanto en el mercado como en la política y, por tanto, incapaz de valorar la función representativa.
Una historia de la debilidad. Los partidos políticos no han sido fuertes en ninguno de los momentos de esta historia republicana. Han sido tolerados y hasta utilizados, pero no han existido las condiciones para que constituyan
como tales, una institucionalidad que sea el centro de articulación de las partes, que construya continuidades de larga duración dentro de las cuales se renueve dinámicamente la democracia política.
Nuestra cultura política ha despreciado la deliberación y la competencia, ha cobijado caudillos y autócratas con disfraces que siempre evidencian su esencia vertical y burocrática.
Cambios indispensables para la consolidación democrática
Los cambios que hagan sitio en el Perú a la mayoría de los peruanos siguen pendientes. No avanzaremos mucho en democracia si esos peruanos no encuentran espacio y son incluidos.
Tampoco nos vendrá de regalo de ninguna coyuntura de grandes ingresos, porque desarrollo es incremento de capacidades y eso cuesta, requiere conducción, no es espontáneo ni proviene de ningún automatismo mágico.
La importancia de profundizar en las instituciones democráticas es porque a través de ellas se democratiza el proceso de cambio, lo que tiene que ser el contenido esencial de la acción política: acabar con la pobreza, combatir la desigualdad tiene que ir de la mano con hacer que funcionen las reglas de juego democráticas.
Para explicar la situación política peruana, es insuficiente el análisis institucional, pero esta dimensión debe examinarse porque sus limitaciones y deformaciones afectan la estabilidad del régimen político y su capacidad.
Es necesario examinar esta realidad y tener claridad en la necesidad de superarla para lograr la consolidación del régimen democrático.
Situamos, pues, este trabajo en el campo de las instituciones políticas sin olvidar los cambios que tienen que darse en los otros planos; más aún, conscientes de que estos tendrán que efectuarse a través de las instituciones políticas.