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ESPÍRITU SANTO
Dones del Espíritu Santo:
Son 7; Sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor
Frutos del Espíritu Santo:
Son 12; Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.
Caridad:
Es el primero entre los frutos del Espíritu Santo, porque es el que más se parece al Espíritu Santo, que es el amor personal
Gozo:
Cualidad de alegría, deleite y contentamiento que no está determinada por circunstancias, sino que es una cualidad constante en cada situación, buena o mala, porque su base es Dios mismo.
Paz:
Se refiere a un estado o condición de tranquilidad (gran calma) o quietud; habla de unidad y armonía; también de seguridad o confianza.
Paciencia:
Modera los excesos de la tristeza y la mansedumbre los arrebatos de cólera que rechazan el mal presente.
Longanimidad:
Supone la paciencia, la entereza y la fortaleza de ánimo para enfrentarse a las adversidades, provocaciones o pruebas a que somos expuestos a lo largo de nuestras vidas.
Bondad:
Nos lleva a atender a los que están en necesidad. Se demuestra en la forma de hablar, en la generosidad de la conducta, en el perdón de las injurias, en la atención a quien me resulta difícil o conflictivo.
Benignidad:
Evidencia que el creyente renuncia a prácticas pecaminosas y decide amar al prójimo y al enemigo conforme a la voluntad de Dios para propiciar el arrepentimiento de quien lo necesita.
Mansedumbre:
Virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Es una forma de templanza que evita todo movimiento desordenado de resentimiento por el comportamiento de otro.
Fidelidad:
Es una manifestación de un amor auténtico, ardiente y delicado. Es el fruto del espíritu Santo que nos hace constantes y perseverantes en el amor hacia Dios
Modestia:
Regula los movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras. Como fruto del Espíritu Santo, resulta natural, disponiendo todos los movimientos del alma en la presencia de Dios.
Castidad:
Por la castidad se adquiere dominio de la propia sexualidad, integrándola en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo.
Temor:
El séptimo don del Espíritu Santo es el temor de Dios. No se trata de un miedo, ni distancia, sino el humilde reconocimiento de la infinita grandeza del Creador. Es temor a ofender a Dios, reconociendo la propia debilidad. Sobre todo: temor filial, que es el amor a Dios.
Ciencia:
Nos otorga no un conocimiento mundano, si no el conocimiento profundo del pensamiento de Dios , que ve hasta lo más profundo de nuestros corazones.
Sabiduría:
nos concede entender lo que viene de Dios y lo que no, con el fin de cumplir su voluntad.
Inteligencia:
Es una gracia especial del Espíritu Santo que nos permite comprender la palabra de Dios y todas las verdades reveladas.
Consejo:
Es un Don del Espíritu Santo por medio del cual, Dios mismo con su Espíritu, es quien ilumina nuestro corazón, de tal manera que nos hace comprender el modo justo de hablar, de comportarnos y el camino que debemos seguir.
Fortaleza:
A través de este don, una persona ya no tiene miedo de defender a Dios y sus verdades. Una persona que tiene el don de la fortaleza defenderá el bien contra el mal y es condenada a tomar una posición cuando surja la ocasión.
Piedad:
Dar a Dios lo que le corresponde: reconocer la grandeza de Dios. Otra acepción de la virtud es la piedad, es un hábito sobrenatural que nos inclina a tributar a los padres, a la patria y a todos los que tiene relación con ello, el honor y el servicio debidos.
Continencia:
Es el fruto que permite mantener en orden los gustos y placeres terrenales, desde el comer y beber hasta el divertirse.