Las familias pueden experimentar estrés debido a cambios naturales en la familia o eventos significativos, como la muerte de un miembro, la separación de un hijo, la llegada de un nuevo miembro, entre otros.
También pueden surgir problemas físicos o psicológicos en algún miembro de la familia, como discapacidades, enfermedades graves, alcoholismo o depresión, que requieren medidas de funcionamiento no habituales en la familia.