En 1997, Sony ignoró a Samsung, pero una década después, Samsung casi duplicó la capitalización de mercado de Sony. Samsung transformó su cadena de valor, invirtió en investigación y desarrollo, y superó a Sony en valor de marca. La competencia evidencia el riesgo de una estrategia enfocada en un propósito único. A pesar de los esfuerzos de Sony, incluyendo nombrar un presidente estadounidense, sus problemas persistieron, mientras Samsung reportó ganancias significativas en 2010. Esto destaca que, incluso con una estrategia bien planteada, las limitaciones cognitivas y cambios en el entorno pueden convertir una cadena de valor eficiente en un fracaso.