No se celebra excesivamente la subjetividad en las artes: Esto se evidencia en el establecimiento de ciertos criterios bajo los cuales se juzga el arte, estos mismos son los que permiten la clasificación de los productos en sus categorías que se relacionan con su naturaleza. Si bien las artes son subjetivas, ya que esto promueve la diversidad, la pluralidad de las perspectivas y la expresión de cada artista por medio de su propia voz (su interpretación única del mundo), esta no es excesivamente subjetiva. Si la subjetividad se celebrara de manera excesiva, entonces no existiría un rechazo por lo que se considera diferente, incoherente, inconcebible o fuera de las reglas y preceptos socialmente aceptado. Por el contrario, se ha evidenciado que las propuestas nuevas (usualmente subjetivas) son rechazadas y se demoran en ser aceptadas e introducidas como parte de conceptos, técnicas o movimientos artísticos. Si se celebrara de manera excesiva la subjetividad, entonces todo producto o conocimiento podría ser considerado como arte, lo que llevaría a la incoherencia la existencia de una disciplina únicamente dedicada al estudio del arte. Además se conduciría al relativismo extremo, donde se niega la existencia de estándares objetivos de calidad artística lo que llevaría a la falta de criterios para evaluar y apreciar las obras, esto debilitaría la discusión crítica y la evolución del arte. Así mismo, los artistas priorizarían únicamente su propia subjetividad sobre la responsabilidad de comunicar, lo que haría que las obras resultantes fueran completamente inaccesibles e ininteligibles; se limitará el impacto y relevancia cultural del arte en la sociedad. La excesiva celebración de la subjetividad podría llevar a un descuido de la técnica y la habilidad en la creación artística. Si los artistas creen que la expresión personal es lo único que importa, podrían pasar por alto el desarrollo de habilidades técnicas que son fundamentales para la realización efectiva de su visión creativa.