Desde una perspectiva pedagógica, propondría un enfoque educativo centrado en el desarrollo integral de los estudiantes, priorizando habilidades prácticas, pensamiento crítico y habilidades socioemocionales. Además, se debería fomentar la creatividad, la resiliencia y la adaptabilidad para preparar a los estudiantes para un mundo en constante cambio. La educación debería aspirar a formar individuos con un sentido ético sólido, promoviendo la empatía y la comprensión intercultural. Además, es crucial adaptar los métodos de enseñanza a los estilos de aprendizaje individuales, promoviendo un ambiente inclusivo y equitativo.