Resguardas tus activos. Los fideicomisos pueden proteger tus activos de los beneficiarios que hayas elegido. Imagina que eres dueño de una empresa exitosa; en caso de que ya no estés, quieres que el negocio siga por el camino del crecimiento, pero deseas que un porcentaje de las ganancias vaya a tus familiares. Sin embargo, te preocupa que puedan ser muy jóvenes para poder administrar bien la compañía. Al utilizar un fideicomiso, puedes dejar que el fideicomisario sea responsable de supervisar la gestión del negocio. De esta manera, estás protegiendo a tu familia para que obtengan los beneficios económicos, pero no tendrán voz en la gestión del negocio, hasta que sean competentes.