Durante el final del Neolítico, se construyeron en Europa grandes estructuras megalíticas, como tumbas (dólmenes) y menhires, destacando ejemplos como los de Carnac en Bretaña. Algunas, como las de Hal Tarxien en Malta, eran templos con esculturas realistas, posiblemente representando divinidades. Algunas estructuras tenían funciones astronómicas, posiblemente relacionadas con calendarios y estaciones agrícolas, como Stonehenge en Inglaterra. Los monumentos megalíticos se encontraron desde Europa hasta el sudeste asiático, Polinesia y, según algunos, en el Nuevo Mundo. En diversas culturas, se interpreta que estas construcciones tenían propósitos religiosos y ceremoniales, incluyendo observatorios astronómicos.