En el NT, el ejemplo más perfecto de vocación se da en Jesucristo. Él, a su vez, pidió a sus discípulos que le siguieran para enseñarles y enviarles a predicar el evangelio, a anunciar la llegada del Reino (Mt 10,40; Lc 10,16). La misión de los doce continúa la de Jesús, así que le dio sus poderes, algunas condiciones y un mandamiento nuevo que se amen unos a otros como Él les ha amado (Jn 13, 33-35).