En todos estos casos, suele ser bueno apuntarle al cliente, respetuosamente, que esos sentimientos no son suyos, que hablan de otra cosa. Ha podido estar llevándoles durante tanto tiempo que ha hecho de ellos parte de su historia. A veces, una indicación como esta puede producir inmenso alivio y, al mismo tiempo, puede abrirles los ojos a otro nivel de lectura de las dificultades hasta ahora insospechado.