I. En primer lugar, el comunitarismo disputa la «concepción de la persona» propia del liberalismo igualitario, y que Rawls sintentiza en la idea según la cual «el yo antecede a sus fines». Es decir, aquella idea de que los individuos tienen la capacidad de cuestionar tales relaciones (de su comunidad o grupo), hasta el punto, aun, de separarse de ellas si es que así lo prefieren.
Para el comunitarismo, en cambio, nuestra identidad
como personas, al menos en parte, se encuentra profundamente marcada por nuestra pertenencia a ciertos grupos: nacemos insertos en ciertas
comunidades y prácticas sin las cuales dejaríamos de ser quienes somos.