Durante la crianza, la madre pone en actividad la mayoría de sus sentidos en forma muy excepcional. Expone su cuerpo y sus manifestaciones corporales en la relación. Cuando hablo de manifestaciones corporales, lo que pienso es que el cuerpo sólo es “en” sus manifestaciones, que si no hay manifestaciones, no hay cuerpo, si no hay mirada, escucha, actitud, sabor, contacto, voz; no hay cuerpo. Lo que hay, en todo caso, puede ser una vida orgánica.